Perturbadores
Refiriéndose a Shopenhauer, escribió Ortega que tenía un rostro lleno de arrugas y unas venas llenas de ácido. Acibarados o amargados hay muchos, más no todos los perturbados son perturbadores: solo aquellos que ponen el huevo envenenado en las frágiles seguridades de los desprevenidos que se les aproximan.
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