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Cierzo

Breve apunte sobre la inmigración

Hablar de inmigración es adentrarse en un campo de minas, digas lo que digas, corres el riesgo de ser malinterpretado.

Nos han hecho creer que el fenómeno migratorio y la llegada masiva de inmigrantes ilegales a España no representa ningún problema. Es más, la inmigración incluso resulta beneficiosa para nuestra economía. Todos sabemos que si por algo se caracteriza este país es por la falta de previsión, aquí abordamos las situaciones a posteriori, cuando se han convertido en un problema de difícil solución.

Presumimos de ser una sociedad plural y de integrar sin dificultad a personas con grandes diferencias sociales, económicas, lingüísticas, culturales y religiosas. Esto es ser optimista y lo demás tonterías.

Los empresarios y el sector económico ven con buenos ojos la inmigración, para ellos representa la oportunidad de hacer negocio. Los "nuevos españoles" acaban acrecentando la economía sumergida, donde suelen ser explotados y carecen de derechos laborales.

Los trabajadores ven en la inmigración una competencia desleal, una amenaza. Los inmigrantes hacen lo mismo por menos dinero, se benefician de los servicios sociales sin haber cotizado y degradan los barrios en los que se instalan.

Para los sociólogos, la inmigración son cifras; para los economistas, beneficios; para los políticos, votos; para los médicos, trabajo extra; para los educadores, nuevos retos; para los servicios sociales, un excedente de problemas; para los racistas, basura que llega; para los tolerantes, gente que no estorba mientras no salga de su gueto...

A la mayoría se nos escapa qué debe ser sentir el desarraigo, el rechazo, la soledad, la explotación, la ruptura familiar, la desilusión ante el fracaso de las expectativas, adaptarse a un mundo nuevo, con diferentes normas y formas de vida, sufrir el "síndrome de Ulises"...

Como es habitual, los políticos tienden a olvidar que sus decisiones repercuten sobre personas, no sobre objetos. La inmigración no es una cosa. Los inmigrantes son personas y además, personas engañadas. Abandonan sus depauperados países pensado que la prosperidad es gratuita, y sin saber el alto precio que habrán de pagar.

Pese al optimismo inicial, las distancias sociales y culturales aumentan. El racismo y la discriminación se agravan en la UE. La diferencia entre lo que los gobiernos dicen y hacen respecto a la inmigración es obvia. La percepción del problema es curiosa, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de enero de 2007, la inmigración es el tercer problema más importante de España para un 34,5% de los encuestados, aunque sólo un 0,7% percibe el racismo como un problema, y un informe de la Comisión Europea contra el Racismo y la Xenofobia (ECRI) alerta de los prejuicios y la hostilidad hacia los inmigrantes en España, señalando que el 60% de la población asocia la inmigración con la delincuencia.

La discriminación y el racismo están ahí, el año pasado se registraron más de 4.000 agresiones por motivos racistas. Por ahora, ni el problema de la inmigración existe ni hay planes para combatirlo.

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