Esto no se queda aquí
Después del tute que nos han metido con el dichoso estatut catalán, muchos pensarán: Ya está, se acabó. Ahora nos dejarán tranquilos. Pero no. Ahora viene lo peor porque, de hecho, aunque de manera extraoficial, nos encontramos en campaña electoral. Y en esta campaña está en juego algo mucho más importante que el estatut, está en juego el poder.
Unos lucharán por mantenerlo, otros por conseguirlo y otros por revancha. Mentiras descaradas, medias verdades, exageraciones, insultos, calumnias, dentelladas feroces a la yugular. Todo vale para desprestigiar al contrario y hacerse con un pedazo del pastel electoral. Entre tanto, el pobre ciudadano agota su paciencia, se harta y se vuelve indiferente, porque lo único que quiere es que sus representantes políticos realicen una buena gestión y lo dejen en paz, que bastante tiene con sobrevivir cada día.
Habría que volver a la ética en la política y dejar a la política en su territorio: el Parlamento, sin embargo, los políticos, sin darse cuenta, o, lo que es peor, sin que les importe, nos arrastran a todos a sus lodazales.
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