Good night, and good luck
Good night, and good luck (Buenas noches y buena suerte) narra unos hechos reales: el enfrentamiento entre el periodista de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y el senador Joseph McCarthy y su Comité de Actividades Antiamericanas. Gracias a la firme voluntad de Murrow, y al incondicional apoyo de su equipo, se desenmascararon las mentiras y el alarmismo perpetrado por McCarthy, y el senador fue desposeído de su cargo y tuvo que presentarse ante el Senado norteamericano para dar cuenta de sus abusos.
La fuerza de la película radica en su discursividad, en el peso de su mensaje. Es un film a la antigua usanza, que depende de la batalla verbal, de los argumentos del hombre que hace lo que debe, del periodista comprometido. Tal vez se le puedan aplicar a la película de George Clooney las palabras que el presidente Eisenhower le dedicó al periodista Edward R. Murrow: “Sin retórica, sin drama y sin más emoción de la necesaria…” se presentan los acontecimientos, con una gran riqueza narrativa y visual, remarcada por el uso de la fotografía en blanco y negro.
Cabe destacar la soberbia interpretación de David Strathairn, que se vale de una serie de delicados gestos, miradas y silencios para construir el personaje con brillantez. Y la no menos excelente ejecución de Joseph McCarthy interpretándose a sí mismo gracias al material de archivo. En la narración se intercala una música sugerente con ritmo de jazz y una voz fantástica que marca la transición entre escenas y estados de ánimo de los personajes.
Para los que quieran leer entre líneas, se detecta la carga de profundidad lanzada contra la administración Bush, aunque el alcance de las denuncias es, claramente, universal. Para quienes no tengan el ojo avezado en tales sutilezas, la lección magistral sobre lo que debe ser el periodismo, es remarcable. Clooney apela a la inteligencia del espectador para realizar una interesante consideración sobre el ejercicio de informar y sobre la imposibilidad de la neutralidad. Qué y cómo se explica una historia lleva siempre implícito un posicionamiento, sea político, ético o ideológico. Película recomendada para un público exigente y mentalmente preparado para la reflexión.
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