El amigo Fidel
Mientras FEMA, la agencia federal que tiene bajo su responsabilidad la prevención y atención de desastres, devolvió miles de litros de agua donados por la cadena de supermercados Wal-Mart y rechazó la oferta de un barco carguero lleno de gasolina. Mientras en Nueva Orleáns imperaba el sálvese quien pueda. Mientras George W. Bush jugaba al golf indiferente al desastre y recomendaba rezar para protegerse de la furia del Katrina, el presidente cubano Fidel Castro, al día siguiente del desastre, puso a disposición de Estados Unidos 1586 médicos jóvenes dispuestos a trabajar gratuitamente en la zona afectada. Todos ellos hablan inglés y cada uno iba a viajar con una carga de 30 kilos de medicinas y equipos de primeros auxilios. Fidel los reunió en el Palacio de Convenciones el domingo 4 de septiembre para decirles que aún no había recibido respuesta del gobierno de Estados Unidos.
La diferencia entre Estados Unidos y Cuba es considerable. Cuba no sólo demuestra su solidaridad inmediatamente, incluso con el país que impone sanciones económicas y hostiga a la isla desde hace 45 años, sino que constituye -de acuerdo a las Naciones Unidas- un modelo para la prevención de desastres. Cuba es frecuentemente azotada por fuertes huracanes pues se encuentra justo en esa zona del Caribe en la que se forman los de mayor virulencia. El año 2001, cuando se produjo el huracán Michelle, 700.000 personas fueron evacuadas y muy pocas perdieron la vida. En 2004, cuando el temible Iván amenazaba a la isla, dos millones de personas fueron evacuadas, es decir, más del 15% de la población total del país. Las tres cuartas partes recibieron alojamiento en casas de otros cubanos en un ejemplo de solidaridad nacional admirable. Incluso se evacuaron las mascotas. Nadie murió pese a que el huracán destruyó 20.000 viviendas. Hace un par de meses, otra operación de prevención logró evacuar un millón y medio de personas en apenas un par de días.
En Cuba no se invita a rezar o se conmina al "sálvese quien pueda", el Estado asume su responsabilidad. El sistema de defensa civil y prevención se halla integrado a las comunidades y la población está debidamente concienciada y educada para afrontar este tipo de calamidades. Antes de cada evacuación, la población ya sabe dónde irá. Es más, se recoge a los ciudadanos en sus casas para evacuarlos. De ese modo se evita el desorden y el pánico multitudinario que se vivió en Nueva Orleáns. Cada comunidad es evacuada con su médico de familia, que conoce las necesidades de sus pacientes. Jamás se han vivido en Cuba casos de violencia o asaltos durante los momentos más álgidos.
Evidentemente, se trata de dos modelos diferentes de sociedad y de país. En Estados Unidos, la empresa privada ya está buscando la manera de hacer negocios con el gobierno y sacar tajada del río revuelto, mientras el gobierno deja que cada cual resuelva como pueda su situación. En Cuba existe una responsabilidad colectiva, bajo el liderazgo de un Estado que se ocupa de los ciudadanos.
La diferencia entre Estados Unidos y Cuba es considerable. Cuba no sólo demuestra su solidaridad inmediatamente, incluso con el país que impone sanciones económicas y hostiga a la isla desde hace 45 años, sino que constituye -de acuerdo a las Naciones Unidas- un modelo para la prevención de desastres. Cuba es frecuentemente azotada por fuertes huracanes pues se encuentra justo en esa zona del Caribe en la que se forman los de mayor virulencia. El año 2001, cuando se produjo el huracán Michelle, 700.000 personas fueron evacuadas y muy pocas perdieron la vida. En 2004, cuando el temible Iván amenazaba a la isla, dos millones de personas fueron evacuadas, es decir, más del 15% de la población total del país. Las tres cuartas partes recibieron alojamiento en casas de otros cubanos en un ejemplo de solidaridad nacional admirable. Incluso se evacuaron las mascotas. Nadie murió pese a que el huracán destruyó 20.000 viviendas. Hace un par de meses, otra operación de prevención logró evacuar un millón y medio de personas en apenas un par de días.
En Cuba no se invita a rezar o se conmina al "sálvese quien pueda", el Estado asume su responsabilidad. El sistema de defensa civil y prevención se halla integrado a las comunidades y la población está debidamente concienciada y educada para afrontar este tipo de calamidades. Antes de cada evacuación, la población ya sabe dónde irá. Es más, se recoge a los ciudadanos en sus casas para evacuarlos. De ese modo se evita el desorden y el pánico multitudinario que se vivió en Nueva Orleáns. Cada comunidad es evacuada con su médico de familia, que conoce las necesidades de sus pacientes. Jamás se han vivido en Cuba casos de violencia o asaltos durante los momentos más álgidos.
Evidentemente, se trata de dos modelos diferentes de sociedad y de país. En Estados Unidos, la empresa privada ya está buscando la manera de hacer negocios con el gobierno y sacar tajada del río revuelto, mientras el gobierno deja que cada cual resuelva como pueda su situación. En Cuba existe una responsabilidad colectiva, bajo el liderazgo de un Estado que se ocupa de los ciudadanos.
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