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Cierzo

Este año no trago

Este año no trago Cada vez me asquean más las fiestas navideñas. Este año he sobrepasado mi grado de saturación y he dicho: No trago. Me niego a celebrarlas.

Soy atea, así que la Navidad no me dice nada. Prefiero celebrar el nacimiento de mi hijo antes que el del hijo de Dios. Soy ácrata, de manera que tolero mal las imposiciones y estoy hasta lo que no tengo de obligaciones tontas.

Detesto que me bombardeen con consejos sobre cómo debo vestirme, peinarme y maquillarme para ser la reina de la fiesta. Detesto que me recomienden los regalos que debo hacer a mis familiares y amigos para quedar bien con todos. Detesto que me digan qué debo comer y cómo decorar mi mesa para estar a la última en tendencias y festejos. Detesto el abeto y el belén, los villancicos, el sorteo del Gordo, el litigio anual entre Papá Noel y los Reyes Magos, las luces de colores, las uvas, los proyectos y buenos deseos, la hipocresía, las tarjetas de felicitación y las Visa quemadas de tanto pasar por caja... Odio la Navidad y lo que conlleva.

Este año seré consecuente con mis principios. No he felicitado a nadie, no he escrito un solo mensaje típico, tópico y falso al dorso de una postal. En mi menú no habrá besugo, ni angulas, ni pularda, ni polvorones. No he comprado una participación de lotería. A la decoración habitual de mi casa no le he añadido ni una tira de espumillón. Me reuniré con quien más me apetezca y, sobre todo, seré libre.

A los que gustan de estos festejos, no tengo nada que objetarles. Que con su langosta se lo coman y con su cava se lo beban. Sean felices, amigos. No porque sea Navidad, sino porque la vida es corta, un año más corta.

Bueeno, haré una excepción: Felices fiestas, amigos visitantes.

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