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Cierzo

Addio, caro

Acabo de leer un artículo que asegura que los hombres y las mujeres hablamos lenguajes diferentes. ¡Por eso no nos entendemos! Acabáramos, y a mí que me estaba entrando complejo de idiota... Pero ahora resulta que mi ex novio no entiende por qué le he dejado debido a que hablo un idioma distinto e incomprensible para él.

Rompimos hace cuatro meses y aún sigue preguntándose qué hizo mal, por qué me cansé de aguantarle en una relación que me iba minando la moral y la ilusión.

Me engañó con otra y yo le perdoné porque estaba enamorada, porque soy comprensiva y entiendo que una noche loca la tiene cualquiera.

Cada vez que salía con sus amigos, llegaba trompa de madrugada cantando Asturias patria querida, y es que estar sin trabajo le estresa y le deprime y el pobrecillo tiene derecho a divertirse.

Se arrepentía cuando la culpa le atormentaba la conciencia y entonces juraba que me quería, que yo era la mujer de su vida, que nunca conoció otra (tan imbécil como yo) tan maravillosa. Con palabras emocionadas y los ojos húmedos (como los de un caimán) aseguraba que yo merecía a alguien mejor que él, un hombre con un empleo bien pagado que pudiera darme cuanto necesitase. Prometía no volver a probar un cubata (hasta la siguiente francachela con sus amigotes). Que un día (remoto) nos casaríamos. Que un día (más remoto todavía) tendríamos un hijo.

Los últimos meses de convivencia cayó en una patética espiral de agravios y arrepentimientos que ya no me conmovían, a fuerza de repetirlos habían perdido su eficacia. Un día me confesó que era un canalla (tuvo la decencia y la valentía de reconocerlo) y me suplicó que me buscase a otro que me hiciera feliz. Yo le tomé la palabra y salí pitando, me largué, no para encontrar otro (estoy escarmentada), sino a disfrutar de la tranquilidad que me hacía falta.

Ahora me llama cada semana para rectificar (donde dijo digo quiso decir Rodrigo). Declara que me ama (¿sabrá ese egoísta lo que es el amor?). Me pide que vuelva a casa por Navidad. Admite que no entiende nada e insiste en que no debí tomarle al pie de la letra.
¿Cómo le explico, para que se entere, que me revienta tener que mantenerle, que detesto el morro que gasta: se pasa el día tumbado en la cama, escuchando música, y luego le oigo quejarse de que ninguna empresa le llama ofreciéndole un empleo de señorito y millonariamente pagado; que detesto su cara de borracho y su aliento de alcohol; que me fastidia que culpe a los demás de sus desgracias cuando el único responsable de su vida es él; que yo necesito a mi lado a un hombre y a no un niño chantajista que tras cada travesura lloriquea para conseguir que le absuelvan y luego sigue haciendo lo que le viene en gana; que estoy harta, que quiero que me deje en paz?

¿Cómo se interpreta correctamente a un hombre que se contradice de palabra y obra?

Se sentía mal por darme más disgustos que alegrías y me animó a marcharme, pues ya me he ido. ¿Tan difícil es de entender? Adiós, adéu-siau, bye, addio, au revoir, agur, auf wiedersehen, sayonara...

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