Aborregados
Primero suprimieron del programa académico el estudio del latín, por ser una lengua "muerta"; luego la Filosofía, que enseña a pensar y por tanto es materia peligrosa; más tarde se cargaron las Humanidades y de paso las carreras de letras, que hoy carecen de futuro laboral. En cada nuevo presupuesto, el Gobierno destina menos dinero a la enseñanza, se recortan drásticamente los fondos que reciben las universidades públicas y las becas que perciben los estudiantes son escasas, por no decir ridículas, y casi imposibles de conseguir.
Parece que los esfuerzos de los gobernantes vayan encaminados a neutralizar cualquier oposición a sus fines, para conseguirlo, nada mejor que crear una masa de individuos sin opinión. La racionalidad inmanente a la historia debía proporcionarnos la paz, la justicia social, la dignidad y la libertad del individuo, la promoción de los mejores. Pero padecemos la guerra, la violencia, el advenimiento del Estado totalitario y las masas inconscientes, la desesperación del individuo.
Me han dicho que mi teoría de que estas deficiencias no son fracasos sino éxitos de una mano negra empeñada en anular o reducir al máximo la inteligencia crítica de los ciudadanos, en bloquear la capacidad del hombre para comprender el mundo que le ha tocado vivir y evitar que se rebele contra las injusticias de ese mundo, deja mal sabor de boca y la convicción de que somos un tanto cobardes, incapaces de renunciar a nuestra seguridad para adquirir un espíritu libre, incapaces de dejarnos despojar y liberar por el pensamiento. Estamos permitiendo que nos arrebaten un bien inalienable: la capacidad de pensar. Pensando se ayuda a demoler lo que es falso, se reivindica lo que estaba proscrito, se descubre la presencia del absurdo en lo cotidiano, se derriban ídolos, se rebelan los defectos de cimentación de los grandes edificios, se recuperan espacios vedados, se hacen preguntas subversivas y se dan respuesta liberadoras, se destruye y se construye, se lo replantea uno todo, se relativiza todo. La función del pensamiento es altamente positiva, al romper los límites convencionales, al delatar la hipocresía, al manifestar una incoherencia, al denunciar los métodos represivos, al ridiculizar tantos falsos prejuicios está contribuyendo a crear un mayor espacio vital.
La cultura hace progresar a la humanidad y la libertad nos transforma en personas, por eso mientras sigamos fieles a los dogmas que nos inculcan, seremos prisioneros y les estaremos haciendo el juego a los que intentan vendernos el sistema actual como el mejor posible.
Parece que los esfuerzos de los gobernantes vayan encaminados a neutralizar cualquier oposición a sus fines, para conseguirlo, nada mejor que crear una masa de individuos sin opinión. La racionalidad inmanente a la historia debía proporcionarnos la paz, la justicia social, la dignidad y la libertad del individuo, la promoción de los mejores. Pero padecemos la guerra, la violencia, el advenimiento del Estado totalitario y las masas inconscientes, la desesperación del individuo.
Me han dicho que mi teoría de que estas deficiencias no son fracasos sino éxitos de una mano negra empeñada en anular o reducir al máximo la inteligencia crítica de los ciudadanos, en bloquear la capacidad del hombre para comprender el mundo que le ha tocado vivir y evitar que se rebele contra las injusticias de ese mundo, deja mal sabor de boca y la convicción de que somos un tanto cobardes, incapaces de renunciar a nuestra seguridad para adquirir un espíritu libre, incapaces de dejarnos despojar y liberar por el pensamiento. Estamos permitiendo que nos arrebaten un bien inalienable: la capacidad de pensar. Pensando se ayuda a demoler lo que es falso, se reivindica lo que estaba proscrito, se descubre la presencia del absurdo en lo cotidiano, se derriban ídolos, se rebelan los defectos de cimentación de los grandes edificios, se recuperan espacios vedados, se hacen preguntas subversivas y se dan respuesta liberadoras, se destruye y se construye, se lo replantea uno todo, se relativiza todo. La función del pensamiento es altamente positiva, al romper los límites convencionales, al delatar la hipocresía, al manifestar una incoherencia, al denunciar los métodos represivos, al ridiculizar tantos falsos prejuicios está contribuyendo a crear un mayor espacio vital.
La cultura hace progresar a la humanidad y la libertad nos transforma en personas, por eso mientras sigamos fieles a los dogmas que nos inculcan, seremos prisioneros y les estaremos haciendo el juego a los que intentan vendernos el sistema actual como el mejor posible.
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