Padres homosexuales
Siempre he considerado que una persona homosexual está perfectamente capacitada para ocuparse del cuidado y educación de un niño y por defender el derecho de los gays a adoptar una criatura, me he ganado enconadas críticas y algún que otro insulto. Pues bien, ahora mi criterio está avalado por unos estudios hechos en la cátedra de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, que recoge los resultados de más de treinta años buscando las posibles diferencias de ajuste psicológico de los hijos de familias hetero y homosexuales. La conclusión, basada en la metodología más esmerada, afirma que no existen diferencias significativas en la evolución psicológica de estos niños.
Nuestro tiempo se caracteriza por la diversidad en las estructuras familiares, no puede afirmarse que una sea mejor que las otras por el solo hecho de haber sido la predominante durante muchos siglos. Los autores del estudio destacan que, más que evaluar la estructura familiar en sí misma, hay que analizar el rol parental. El objetivo de este rol no debe ser otro que el de capacitar a los hijos para que sean adultos competentes, humanitarios e integrados socialmente. La calidad de este rol no depende del tipo de estructura familiar, depende de las conductas, las interacciones y las enseñanzas de los padres.
En los últimos años hay suficientes estudios, hechos con metodología científica, que permiten asegurar que el desarrollo psicosocial del los niños de familias de gays o lesbianas no está afectado negativamente por la orientación sexual de sus padres. El ajuste cognitivo, emocional, sexual y social de estos niños es semejante al de los que tienen padres heterosexuales. Este hecho ha sido reconocido en sendos documentos promulgados por la Academia Americana de Pediatría, la Asociación Americana de Psiquiatría y la Asociación Americana de Psicoanálisis. Lo mismo dice el informe realizado por la Universidad de Sevilla, con financiación de la oficina del Defensor del Menor de la Junta de Andalucía.
Toca rectificar: reconocer los derechos del niño a vivir en una familia en la que se le quiera y se le forme de manera adecuada, no importa cuál sea la inclinación sexual de los padres; defender los derechos de los homosexuales, incluyendo el de ser padres. Las reflexiones políticas, legales, sociales y morales contra modelos de familia que no sean el tradicional, el de toda la vida, deben cambiar.
Lleva tiempo modificar la mentalidad de la gente, pero poco a poco la realidad se impone y la cerrazón se resquebraja porque su misma dureza la hace frágil. Si se consiguió que los negros adquirieran el estatus de seres humanos después de ser considerados animales durante años, no vamos a seguir condenando a perpetuidad a los homosexuales.
Nuestro tiempo se caracteriza por la diversidad en las estructuras familiares, no puede afirmarse que una sea mejor que las otras por el solo hecho de haber sido la predominante durante muchos siglos. Los autores del estudio destacan que, más que evaluar la estructura familiar en sí misma, hay que analizar el rol parental. El objetivo de este rol no debe ser otro que el de capacitar a los hijos para que sean adultos competentes, humanitarios e integrados socialmente. La calidad de este rol no depende del tipo de estructura familiar, depende de las conductas, las interacciones y las enseñanzas de los padres.
En los últimos años hay suficientes estudios, hechos con metodología científica, que permiten asegurar que el desarrollo psicosocial del los niños de familias de gays o lesbianas no está afectado negativamente por la orientación sexual de sus padres. El ajuste cognitivo, emocional, sexual y social de estos niños es semejante al de los que tienen padres heterosexuales. Este hecho ha sido reconocido en sendos documentos promulgados por la Academia Americana de Pediatría, la Asociación Americana de Psiquiatría y la Asociación Americana de Psicoanálisis. Lo mismo dice el informe realizado por la Universidad de Sevilla, con financiación de la oficina del Defensor del Menor de la Junta de Andalucía.
Toca rectificar: reconocer los derechos del niño a vivir en una familia en la que se le quiera y se le forme de manera adecuada, no importa cuál sea la inclinación sexual de los padres; defender los derechos de los homosexuales, incluyendo el de ser padres. Las reflexiones políticas, legales, sociales y morales contra modelos de familia que no sean el tradicional, el de toda la vida, deben cambiar.
Lleva tiempo modificar la mentalidad de la gente, pero poco a poco la realidad se impone y la cerrazón se resquebraja porque su misma dureza la hace frágil. Si se consiguió que los negros adquirieran el estatus de seres humanos después de ser considerados animales durante años, no vamos a seguir condenando a perpetuidad a los homosexuales.
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