El tiro por la culata

George W. Bush lo tiene difícil, no puede reconocer sus errores, ni aceptar que su estrategia guerrero-liberadora en Iraq ha fracasado, los soldados muertos empiezan a pasarle factura y no son rentables electoralmente, así que planea a toda prisa establecer un gobierno iraquí que le quite de encima este tremendo marrón en el que se ha convertido la posguerra. También se está replanteando su estrategia intimidatoria contra Irán y Corea del Norte y esa Hoja de ruta convertida en papel higiénico con la que Israel se limpia el trasero.

Las elecciones estadounidenses se acercan y el país está entrampado hasta el gorro, desencantado y con el miedo en el cuerpo.

La política de unilateralismo, ataques preventivos, militarismo y abrumador uso de la fuerza, adobada con una doctrina neoconservadora y el aquí están mis cojones, ha dado de sí todo lo que tenía que dar y no han sido los resultados extraordinarios que se esperaban.

Ahora toca cambiar sin que dé la impresión de que se huye de los problemas creados dejándolos sin resolver. Hay que salvar el culo como sea para que siga pegado a la poltrona otros cuatro años más.