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El diablo verde

El diablo verde

El ajenjo o artemisa absinthium es una planta medicinal de probadas propiedades digestivas usada desde la antigüedad. Hipócrates la prescribía contra la ictericia y Galeno contra la malaria; los campeones olímpicos de la época bebían un líquido elaborado con ajenjo para no olvidar las amarguras pasadas antes de paladear la gloria.

En el siglo XVIII, el médico francés Pierre Ordinaire fabricó un remedio curativo: el elixir de absinthe. La receta del elixir pasó en 1797 a manos de un tal Dubied, que, junto con su yerno Henri-Louis Pernod, se dedicó a su fabricación industrial para venderlo en las licorerías, donde disfrutaba de enorme éxito entre la clientela. Años más tarde, los cafés de los bulevares de París empezaron a servirlo también y la burguesía se animó a probarlo. Corría 1910 y en Francia se consumían 36 millones de litros de absenta anuales. Las cinco de la tarde se convirtió en "la hora de la fée verte" (hada verde), un momento que conllevaba un estudiado ritual: se servía una medida de absenta; sobre el vaso se colocaba una cuchara perforada con un terrón de azúcar y se vertía agua helada a través de este colador. Aunque también se bebía el aguardiente puro, mezclado con vino frío, limón o pimienta. El pintor Toulouse-Lautrec inventó una combinación de ajenjo con coñac al que llamó Terremoto.

Una plaga de filoxera fue destruyendo los viñedos franceses y en 1875 el precio del alcohol de vino, necesario para la elaboración de la absenta, se había encarecido tanto que los productores optaron por usar alcohol industrial. La calidad del producto descendió considerablemente y el bajo precio logró que las ventas se disparasen hasta casi equipararse a las del vino.

La leyenda del ajenjo comenzó hacia 1890 "el vaso verde simbolizaba anarquía o rechazo a las normas" (Barnaby Conrad, History in a Bottle). La bebida era apreciada por la bohemia decadente como afrodisíaco y fuente de inspiración y entre los bebedores famosos se encuentran Ernest Dowson, Edgar Poe, Paul Verlaine, Vincent Van Gogh, Jack London, Santiago Rusiñol, August Strindberg, Charles Cros, Paul Gauguin, Arthur Rimbaud, Edward Munch, Oscar Wilde, que dijo: "Después del primer vaso, uno ve la cosas cómo le gustaría que fuesen. Después del segundo, una ve cosas que no existen. Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir" o Ernest Hemmingway, que aseguraba que el ajenjo era "una alquimia líquida que cambia las ideas".

El mundo del arte ha sido el escaparate en el que se ha mostrado con diferentes caras el elixir de absenta: El bebedor de absenta, de Edouard Manet; La absenta, de Degas; Naturaleza muerta con absenta, de Van Gogh; Bebedora de absenta de Picasso; Copa de ajenjo, tango de Juan Canaro y Carlos Pesce; El alma de ajenjo, de Manuel Machado; Absenta, de Christophe Bataille; Monsieur Boileau en el café, de Henri de Toulouse-Lautrec...

Tras el ascenso, vino la caída. El "hada verde" fue considerada un peligro y pasó a denominarse "demonio verde", pues, en 1859, el doctor Motet había elaborado un estudio que concluía afirmando que el ajenjo provocaba crisis epilépticas; años después el doctor Ott le atribuyó ser causa de espasmos y temblores. Aunque el hecho decisivo para prohibir la bebida fue el denominado "crimen del ajenjo". En Suiza, un granjero llamado Jean Lanfray fue acusado de asesinar a su mujer y a su hijo bajo los efectos de la absenta. La sociedad Suiza se movilizó recogiendo firmas para exigir la prohibición, objetivo que se logró en 1907. Luego esta prohibición se extendería a otros países: Italia, Estados Unidos, Holanda, Bélgica... Actualmente, en Francia sigue penado el consumo de ajenjo.

Los modernos estudios científicos realizados no consideran que la absenta sea una bebida más perjudicial de lo que es cualquier otra bebida alcohólica y en la actualidad vuelve a ser legal la producción de este aguardiente, el más famoso y controvertido de la historia.

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Relato: Absenta

 

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