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Cierzo

El español de Guantánamo

El español de Guantánamo Ocho policías españoles, cuatro de ellos antidisturbios, han viajado a Guantánamo para repatriar al compatriota que se encontraba entre los 650 prisioneros del campo de concentración improvisado por los Estados Unidos tras la guerra de Afganistán.

Todos los reclusos se consideran extremadamente peligrosos, se les suponen vínculos con el terrorismo internacional, son fundamentalistas islámicos y “enemigos combatientes”, según el ejército norteamericano. Por este motivo llevan retenidos dos años sin acusación, sin juicio, sin asistencia letrada, sin derechos, sometidos a la ley del más fuerte y a vejaciones de todo tipo, sin que su dignidad humana importe un bledo.

A la injusticia incalificable que sufren los presos de Guantánamo, hay que sumarle otra: la discriminación que se deriva según sea su país de procedencia. El “talibán” estadounidense fue llevado a una prisión federal en Estados Unidos, donde puede recibir visitas de sus familiares, tiene derecho a un abogado y vive como una persona. Quizás el joven español se ha visto favorecido por la benevolencia de los EUA porque Aznar es un amigo y porque el Ministerio de Justicia español ha realizado largas y pacientes gestiones para repatriar al único español acusado de pertenecer a Al Qaeda.

Los demás reos: afganos en su mayoría, no tienen a nadie que interceda por ellos y seguirán pudriéndose en sus jaulas por tiempo indefinido. Una vergüenza consentida por todos los que de han plegado a la voluntad del salvamundos Bush.

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