Nombres extravagantes
Cojón de gato, Teta de Vaca, El Pago de la Libélula, Jabalí, Qué bonito cacareaba, El perro verde, De puta madre, Gran cerdo, Follador, Clevage Creek (Escote profundo), Bitch (Puta), Ababol (Amapola), Swear to God (Jurar por Dios), Elephan on a tightrope (Elefante en la cuerda), Vin de merde (Vino de mierda), Blasted Church (Maldita iglesia), Yellow Tail (Cola amarilla). Big Bang Theory (Teoría del Big Bang). Toda esta lista de nombres corresponde a marcas comerciales de vinos españolas y extranjeras.
Decidir el nombre que llevará un producto antes de sacarlo al mercado, no es tarea fácil. Los encargados del márquetin tienen que escoger, de entre todas las ideas, las más factibles, teniendo en cuenta que el nombre en cuestión no puede estar ya registrado, que debe diferenciar al producto de la competencia y ser fácil de pronunciar y de recordar. Se trata de llamar la atención del posible comprador con un nombre llamativo y que destaque entre los demás.
Tratándose de vinos, hasta hace poco estábamos acostumbrados a que los de nuestra tierra tuvieran apelativos como castillo de…, marqués tal…, menganito de cuál. Pero ahora, con tanta competencia, la tendencia en el mercado internacional es el nombre extravagante y la etiqueta llamativa, para reforzar la singularidad del caldo. ¿De dónde parte la idea inicial? Supongo que todo vale. Para Gran cerdo, vino riojano, el viticultor se acordó del director de una entidad bancaria que le había denegado un crédito. No Phone, hace referencia a un viñedo donde no llega la cobertura del móvil. El caso es que el éxito de muchas de estas denominaciones es apabullante.
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