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Cierzo

Dura realidad

Educamos a nuestros jóvenes con unas pautas de comportamiento que incluyen la motivación, la solidaridad y la participación. Han crecido protegidos, como sujetos a los que amparan todos los derechos y pocos deberes. Cuando los estudiantes terminan su recorrido académico piensan que el mercado laboral los reclamará, pero no es así. Son ellos los que han de buscarse la vida y seducir a las empresas para que los contraten. La competitividad es feroz y quien no cumple en el trabajo es despedido sin contemplaciones. Es comprensible que, acostumbrados a una vida regalada y fácil en casa, así como en las escuelas y universidades, los jóvenes se hallen desorientados. Las reglas del juego cambian de forma drástica, se hacen duras, exigentes, y el individualismo prima en un mundo donde cada cual lucha por sobrevivir a costa de lo que sea y de quien sea. Pobrecillos.

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