Al éxito por la inteligencia emocional
Poseer determinados conocimientos y habilidades verbales o numéricas ya no garantizan el éxito en la vida, ahora lo que prima es el manejo de las emociones. Un estudio realizado por Aertec Ingeniería y Desarrollo S.L. en colaboración con la Universidad de Málaga concluye que las personas productivas y las que cobran un salario más elevado son aquellas que poseen mayor inteligencia emocional. Gloria del Campo, directora de Recursos Humanos de esta compañía, opina que las personas con salarios más altos son emocionalmente más inteligentes, ostentan puestos de mayor responsabilidad, son más productivas, se consideran más felices y tienen más habilidades emocionales. Estas conclusiones se alejan de la antigua idea de que la gestión y la toma de decisiones se hacen bajo unos criterios meramente lógicos y responden a la razón convencional: las decisiones relevantes están en manos de personas flexibles y con habilidades emocionales más desarrolladas que el resto.
Guadalupe Fernández, socia directora de la consultoría para medir la inteligencia emocional Hay Group, explica que acaban de sacar una herramienta de medida. No es un test psicotécnico al uso, sino un cuestionario al que contestan personas que te conocen bien: jefes, compañeros, colaboradores, clientes internos y externos, socios... “Se trata de recoger percepciones de aquellas personas que interactúan contigo, porque al final tu efectividad como profesional depende de cuán efectivas son tus relaciones en un montón de ámbitos”. Los datos obtenidos se comparan con "el patrón de las personas efectivas", de las que hemos tenido evidencia que son excelentes. Esa comparación es el referente de cada uno, y a partir de ahí hay que analizar qué cosas hay que cambiar y mejorar para ser más efectivo en el trabajo.
Las empresas son una jungla regida por las leyes de la desaforada competencia y poblada por seres agresivos en la que sobrevive el más fuerte. Los jefes no se preocupan de motivar, promocionar o atender debidamente las necesidades de sus subordinados, las emociones no se tienen en cuenta, unos egos se refuerzan y otros se anulan y esto lleva a que la gente se enfade y se enrarezca el ambiente. Importan los resultados de cuentas, todo lo demás es superfluo. ¿Qué empresas estarán dispuestas a aplicar los recursos de la inteligencia emocional? Las que precisen elementos que rindan un 200%, que estén disponibles 25 horas al día y que traguen lo que les echen.
La inteligencia emocional nace del reconocimiento del fracaso en las relaciones laborales. La tensiones que conlleva la vida moderna, la competitividad en todos los terrenos, la presión agobiante del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento profesional y puesta al día de los conocimientos y aptitudes, etc., son situaciones que alteran el equilibrio emocional de cualquiera y nos conducen al límite de nuestra resistencia física y psíquica. Si en vez de rivales tuviéramos colegas, si en lugar de jefes despóticos e incompetentes tuviéramos jefes capaces de inyectar entusiasmo y compromiso, dejando a un lado las imposiciones, el rendimiento sería mejor y más saludable.
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