Mujer y medicina
En la antigua Grecia, Hipócrates, el “padre de la medicina”, resumió lo que sería el juicio dominante durante los dos próximos milenios.
_¿Qué es una mujer? _le preguntaron.
_Enfermedad _fue su respuesta.
Hacia mediados del siglo XVIII se consideraba que los ovarios y el útero de la mujer eran el origen de su “enfermedad” y, además de culparles de los problemas menstruales, se les culpó también de la pecaminosidad, del suicidio, de la obesidad, de la sexualidad, de la tuberculosis, de la masturbación, de la promiscuidad, de las emociones indeseadas, de la lectura de novelas románticas y, por supuesto, de la histeria.
Hasta tal punto se llegó a culpar a los órganos reproductores femeninos de los males achacados y reales que padecían las mujeres que a mediados del siglo XX, en Estados Unidos, se produjo una aplicación salvaje de histerectomías. En su obra de 1969, Hysterectomy: Past, Present and Future, Robert Wright, escribió: “Después del último embarazo planeado, el útero se convierte en un órgano inútil (…) y por lo tanto debe ser extirpado”. En la actualidad, el 25% de las histerectomías que se realizan en Estados Unidos son innecesarias y se practican como una operación preventiva, en la creencia de que el útero ya no es necesario y podría causar problemas. Curiosamente, no existe esta precaución con los varones, a los que no se les suele extirpar los testículos para evitar una pequeña probabilidad de tener cáncer en el futuro.
En vista de la situación, no es raro que las mujeres nos sintamos indignadas ante la degradante visión que nuestra cultura ofrece de “lo femenino”. Para muestra, esta flor que representa la caracterización que hizo Freud de la mujer menopáusica: “es peleona y obstinada, banal e hiriente, sádica y de erotismo anal”. Creo que más que describir a una mujer menopáusica, Freud se describe perfectamente a sí mismo como misógino.
_¿Qué es una mujer? _le preguntaron.
_Enfermedad _fue su respuesta.
Hacia mediados del siglo XVIII se consideraba que los ovarios y el útero de la mujer eran el origen de su “enfermedad” y, además de culparles de los problemas menstruales, se les culpó también de la pecaminosidad, del suicidio, de la obesidad, de la sexualidad, de la tuberculosis, de la masturbación, de la promiscuidad, de las emociones indeseadas, de la lectura de novelas románticas y, por supuesto, de la histeria.
Hasta tal punto se llegó a culpar a los órganos reproductores femeninos de los males achacados y reales que padecían las mujeres que a mediados del siglo XX, en Estados Unidos, se produjo una aplicación salvaje de histerectomías. En su obra de 1969, Hysterectomy: Past, Present and Future, Robert Wright, escribió: “Después del último embarazo planeado, el útero se convierte en un órgano inútil (…) y por lo tanto debe ser extirpado”. En la actualidad, el 25% de las histerectomías que se realizan en Estados Unidos son innecesarias y se practican como una operación preventiva, en la creencia de que el útero ya no es necesario y podría causar problemas. Curiosamente, no existe esta precaución con los varones, a los que no se les suele extirpar los testículos para evitar una pequeña probabilidad de tener cáncer en el futuro.
En vista de la situación, no es raro que las mujeres nos sintamos indignadas ante la degradante visión que nuestra cultura ofrece de “lo femenino”. Para muestra, esta flor que representa la caracterización que hizo Freud de la mujer menopáusica: “es peleona y obstinada, banal e hiriente, sádica y de erotismo anal”. Creo que más que describir a una mujer menopáusica, Freud se describe perfectamente a sí mismo como misógino.
0 comentarios