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Cierzo

Vida en democracia de las mujeres iraquíes

Derrocar al régimen de Saddam Hussein tenía como propósito que en Iraq hubiera una sociedad democrática y libre. Pero muchos de los cambios propuestos se han convertido en papel mojado. Las tensiones derivadas de la división religiosa y la inestabilidad política provocada por la guerra dificultan los avances y los problemas siguen siendo los mismos que en el pasado.

La situación que padecen las mujeres iraquíes en la actualidad es idéntica a la que sufrieron durante la dictadura. Son ciudadanas de segunda. No pueden decidir con quién casarse, ni qué profesión ejercer. Su voz no se escucha ni en el ámbito familiar, mucho menos en una sociedad sorda a su llanto.

El año pasado, sólo en la provincia de Suleimani, doscientas mujeres se quitaron la vida quemándose a lo bonzo. Una mujer iraquí no tiene adonde ir fuera de las paredes de su hogar. No puede circular libremente ni quedar con sus amigas y solamente sale cuando un familiar varón la saca a pasear o al mercado. Su misión es cuidar de la casa, criar a sus hijos y cocinar. Sin más alicientes que servir al hombre, su vida carece de sentido, es un infierno. Por eso el suicidio supone una liberación.

Bajo el control absoluto de los hombres, las tradiciones, las leyes no escritas y la xaria (ley islámica). En una sociedad donde la opinión de los vecinos, los amigos y la comunidad pesan a la hora de tomar decisiones. La mujer iraquí permanece sometida. A más del 50% de las niñas se les practica la ablación del clítoris. El porcentaje de mujeres analfabetas supera el 60%. Muchas niñas son compradas por su virginidad y luego obligadas a ejercer la prostitución. Hay matrimonios que se conciertan por las familias cuando la mujer es casi un bebé...

La democracia ha llegado a Iraq porque la han traído las bombas y las urnas. Ahora toca desarrollar esta democracia para que el país se transforme y ofrezca una vida digna a todos sus ciudadanos.

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