Más de lo mismo
En las elecciones presidenciales de EEUU se decidía seguir como hasta ahora o emprender un nuevo camino y los norteamericanos apuestan por lo malo conocido.
George W. Bush ha perdido su credibilidad después de haber mentido sobre Iraq. Embarcó al mundo en una guerra sin aliados, sin fuerzas suficientes, sin establecer un plan previo para después de la victoria, sin calcular el costo económico y humano y sin darse cuenta de que le daba a Al Qaeda un motivo para existir y actuar. Su política económica ha fracasado. El índice de creación de empleo es el peor en los últimos 50 años. Se engrosa el déficit comercial. Aumentan los beneficios para los ricos, pero se pierden empleos, bajan los salarios y las familias obreras las pasan canutas porque los trabajadores no tienen derecho a cobrar las horas extraordinarias y el Gobierno se ha opuesto a aumentar el salario mínimo. Se ha disparado el coste de la asistencia sanitaria y queda pendiente la financiación de la reforma de la escuela pública. Crecen las subvenciones a las compañías petrolíferas y distribuidoras de gas y se depende más que nunca del petróleo extranjero. Se han pisoteado derechos civiles, la Patriot Act ha eliminado de hecho los derechos fundamentales y la seguridad de los ciudadanos ante las decisiones arbitrarias del Estado. Se han reducido la igualdad de oportunidades, la igualdad ante la justicia, la igualdad de las minorías...
Pese a todo lo anterior y a lo que me dejo en la tecla para no abundar en lo que sabemos todos, los estadounidenses han elegido más de lo mismo. Un proyecto de imperio que se escora hacia la derecha reaccionaria.
George W. Bush ha perdido su credibilidad después de haber mentido sobre Iraq. Embarcó al mundo en una guerra sin aliados, sin fuerzas suficientes, sin establecer un plan previo para después de la victoria, sin calcular el costo económico y humano y sin darse cuenta de que le daba a Al Qaeda un motivo para existir y actuar. Su política económica ha fracasado. El índice de creación de empleo es el peor en los últimos 50 años. Se engrosa el déficit comercial. Aumentan los beneficios para los ricos, pero se pierden empleos, bajan los salarios y las familias obreras las pasan canutas porque los trabajadores no tienen derecho a cobrar las horas extraordinarias y el Gobierno se ha opuesto a aumentar el salario mínimo. Se ha disparado el coste de la asistencia sanitaria y queda pendiente la financiación de la reforma de la escuela pública. Crecen las subvenciones a las compañías petrolíferas y distribuidoras de gas y se depende más que nunca del petróleo extranjero. Se han pisoteado derechos civiles, la Patriot Act ha eliminado de hecho los derechos fundamentales y la seguridad de los ciudadanos ante las decisiones arbitrarias del Estado. Se han reducido la igualdad de oportunidades, la igualdad ante la justicia, la igualdad de las minorías...
Pese a todo lo anterior y a lo que me dejo en la tecla para no abundar en lo que sabemos todos, los estadounidenses han elegido más de lo mismo. Un proyecto de imperio que se escora hacia la derecha reaccionaria.
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