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Cierzo

La infame condición de nuestro barro

La infame condición de nuestro barro “Cada vez que muere un yanqui, el mundo es un poco mejor”. He encontrado esta perla en un foro de actualidad en el que se comentan esas fotos en las que aparecen prisioneros iraquíes torturados y vejados por soldados norteamericanos y he estado reflexionando sobre la guerra.

Todas las guerras son la misma guerra. En ellas aflora lo peor que el hombre lleva dentro: crueldad, infamia, violencia, ambición, impulsos deleznables, vileza... Es en esta situación cuando se hace más patente la falta de caridad y compasión de las que adolece el animal humano, capaz de ensañarse con la víctima humillándola, burlándose de ella de forma despiadada. Casi lo peor es refugiarse en las Fuenteovejunas miserables para diluir la responsabilidad individual en la del grupo. Así el linchamiento se convierte en práctica habitual, fácil y sin riesgos. También existe otro grupo de bestias repugnantes, las que sin valor para actuar, miran, jalean y se ríen del caído indefenso, mientras la furia de los más osados cae sobre él.

Vencedores, vencidos. Víctimas, verdugos. Los papeles se alternan. Los mismos pueblos matan y son matados. Héroes, cobardes. Individuos anónimos o con nombres y apellidos. Cadenas de causas y efectos que subyugan al hombre y lo hacen prisionero de su condición. No consigo entender el porqué de tanto desatino. Debe ser porque hay cosas que no tienen justificación, ni atenuantes, ni siquiera explicación.

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