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Cierzo

Afganistán en el olvido

Afganistán en el olvido Se cumplen dos años de la caída del régimen talibán y ya casi hemos olvidado dónde queda Afganistán. Kabul, Kandahar, Hamid Karzai, los muyahidin y los señores de la guerra son nombres que ya no suenan.

Nos han vendido la idea de que desde la llegada de las tropas liberadoras estadounidenses en Afganistán las mujeres no llevan burka, y el 80% de ellas lo usa; se cree no hay secuestros ni violaciones, y son algo cotidiano en un país caracterizado por la inseguridad. No llega la ayuda internacional, pervive el fundamentalismo, los mismos yihadist que tomaron Kabul en 1992 instaurando un régimen de terror se han hecho de nuevo con el poder gracias a la ayuda de Estados Unidos, las actividades económicas, sanitarias y educativas están paralizadas, el 85% de la población carece de agua potable, las minas causan estragos, la esperanza de vida y salud materno-infantil son de las peores del mundo...

Afganistán ha dejado de ser noticia, no nos acordamos de 24 millones de personas porque la administración Bush nos dice que todo está bajo control, bajo su control. Pero queda pendiente la libertad, la democracia y el desarrollo que se le prometió al pueblo después de masacrarlo con una guerra vengativa tras el 11 de septiembre de 2001.

Este mes verá la luz una Constitución que declarará al país república islámica presidencialista, el islam será la religión oficial, las mujeres tendrán derechos, y sus violadores también, porque no existirá una pena que castigue su delito, se establecerá una economía de mercado, pero no se hará ninguna reforma agraria y las tierras seguirán en manos de los señores feudales, las mujeres podrán votar, eso sí, votarán lo que les manden sus maridos y cubiertas con un burka...

Para estas “reformas” no hacía falta librar ninguna guerra de salvación, habría sido mejor dejar Afganistán como estaba, porque la operación “Libertad duradera” ha generado el caos y la falta de salidas viables, así como la necesidad urgente de divisas, ha hecho que el país se convierta en uno de los mayores productores de opio del mundo, lo malo es en manos de quién está la producción y las consecuencias del narcotráfico, la inestabilidad y las redes terroristas que capitalizan esta actividad.

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