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Cierzo

Morir por nada

Morir por nada Le tocó el turno a España y siete agentes de nuestro Centro Nacional de Inteligencia (CNI) han sido asesinados en Iraq. Era cuestión de tiempo, era una posibilidad cada vez más temida, porque las amenazas de Al Qaeda contra los aliados de Bush se están cumpliendo, golpearon a los australianos en Bali, a los italianos en Nasiriya, a los británicos en Iraq y en Turquía, a los turcos en su propio país, los norteamericanos caen a diario y nosotros éramos los siguientes en esa lista macabra de muerte anunciada.

No es momento de volver a reiterar las mismas cuestiones, ya nos hemos cansado de decir que la guerra de Iraq nunca debió suceder, ya estamos hartos de recalcar que no se nos ha perdido nada allí, ahora estamos embarcados en una ocupación, participamos en una posguerra muy conflictiva porque Bush, Blair y Aznar crearon un polvorín y prendieron la mecha dejando que otros paguen con su vida por los platos que ellos rompieron.

No basta con decir que España lucha por la paz y la seguridad en Iraq, lamentar nuestros muertos, valerosos servidores de la patria, que cayeron en cumplimiento de su deber en el lugar al que fueron destinados, repartir medallas póstumas, solidarizarse con las familias de las víctimas, decir que ganaremos porque la causa que defendemos es justa, éste es un ejercicio de cinismo que asquea.

Los cerebros inoperantes de quienes planean la dudosa reconstrucción de Iraq deberían ver la evidencia: la resistencia iraquí está muy bien organizada, tiene una alta capacidad destructiva y no desaprovecha ninguna oportunidad de causar bajas entre aquellos a quienes considera invasores de su patria. Necesitamos saber que existe una estrategia de actuación para solucionar el conflicto, que alguien ha pensado en la seguridad de las tropas “pacificadoras”, que se van a prevenir tragedias como la de ayer. Necesitamos saber que nuestros compatriotas no dan su vida por nada.

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