El silencio de los corderos
La resignación es la aceptación borreguil que anula cualquier acción. Así son las cosas, no se puede hacer nada, con divisas como ésta se acepta un despido improcedente o la corrupción de un político, la muerte de ciudadanos inocentes, el terrorismo, el escarnio a la inteligencia. Poco a poco el pesimismo se instaura y se consolida y la sociedad termina aceptando como irremediable cualquier aberración. Damos por bueno el engaño electoral, los escándalos financieros, los atropellos de la justicia, las villanías del Gobierno, las bajezas morales... Todo cabe en las amplias tragaderas de un resignado. Acostumbrados a ver televisada infamia tras infamia cualquier degradación nos parece normal y se soporta como elemento de un destino aciago. Pase lo que pase ninguna conciencia se conmueve, ninguna voz se alza, sólo el balido de los corderos sumisos y resignados invade el panorama desolado de la vida. Así son las cosas, aunque podrían ser de otra manera.
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