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Cierzo

Más y más

Nada de lo que está ocurriendo con la inmigración nos tendría que sorprender. Los efectos de la globalización son previsibles y uno de ellos, puede que el más elemental de todos, es que la parte del mundo desposeída, cuando contempla el derroche de las sociedades occidentales, opte por subirse a la patera o al cayuco.

Luego vienen los lamentos. Al Gobierno español le gusta aplicar “planes especiales” y hace algunos meses puso en marcha el “Plan África”. Una mínima partida presupuestaria: un gesto político, más que una cooperación, y la apertura de un par de embajadas para convencer a los Estados africanos de la necesidad de impedir que sus ciudadanos huyan a Europa. Fuegos artificiales. ¿Por qué iba a meterse en berenjenales el Gobierno de Senegal? Los que se van son menos bocas que alimentar, menos problemas, aunque mueran en el intento, y los que llegan a la “tierra prometida” envían divisas, que algo ayudan ante la falta de alternativas serias de desarrollo.

Este verano ha sido el de la avalancha. A Canarias llegan cayucos como si fueran autobuses de línea y la incompetencia del Gobierno español empieza a ser patética. Como la declaración teatrera de Mª Teresa Fernández de la Vega diciendo aquello de: “El Gobierno no tolerará…” Sencillamente hilarante. ¿Qué hará el Gobierno para no tolerar que siga la arribada masiva de inmigrantes indocumentados? Las declaraciones pomposas suenan ridículas cuando son un sucedáneo de soluciones que no existen.

¿Qué hace la Unión Europea ante el desbordamiento de la inmigración? Nada, nada efectivo. Hay un mercado de trabajo clandestino que ocupa a miles de personas y mientras exista, habrá gente dispuesta a jugarse la vida para obtener un puesto en él. Las patrulleras no darán abasto si no se solucionan los problemas de miseria y falta de recursos de los países pobres.

El problema de la inmigración ilegal sólo es un síntoma de lo que ocurre en África y como no existe una voluntad firme de cambiar su destino, tendremos problema para rato.

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