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Cierzo

Estatut catalán. El penúltimo capítulo

El Estatut catalán llega a la recta final. El triunvirato que gobierna en Cataluña lo ha hecho tan mal, que peor imposible. Aunque es justo decir que las culpas no deben repartirse por igual entre los políticos, pues unos son más culpables que otros. Ahora anuncian un nuevo capítulo: el referéndum que se celebrará el 18 de junio y que ha de legitimar la chapuza.

Esquerra Republicana es el único partido que ha defendido el texto final que se aprobó en el Parlament y ha quedado en una situación difícil debido a las presiones de quienes pretenden hacerles cambiar de opinión y también de los que se aprovechan para erosionar la imagen del partido. Parece que existe una voluntad de mantener el Gobierno, pese a las tensiones y desavenencias que continuamente se producen entre sus miembros. Todo esto resulta un poco confuso. El Consell Executiu está formado por tres fuerzas políticas que no se ponen de acuerdo en casi nada, tampoco en el tema, sin duda, más importante de la legislatura. Y para agrandar las desavenencias, se está a un paso del trámite de un referéndum cuya finalidad es aprobar definitivamente el texto que ha resultado tras un largo y tortuoso proceso. La Ejecutiva Nacional de Esquerra declaró en un primer momento que consideraba legítimos los votos negativos, en blanco o nulos, pero que ellos aconsejaban el voto nulo, luego las bases le enmendaron la plana y han tenido que defender el no. El señor Rovira ya no sabe cómo salir del atolladero, dice que respetan las formas, pero orientan al electorado y que cuando recomendaban el voto nulo su opción los singularizaba. Que Esquerra se singulariza es obvio, lo dudoso es si lo hace positiva o negativamente. Una razón que aducían los republicanos para no recomendar el voto negativo es que no querían que el electorado los confundiera con la derecha española. No me parece que ésta sea una buena justificación. El PP es minoritario y su problema será hacer visible el voto de sus seguidores. Además Esquerra podría reunir para el voto negativo el de sus seguidores, junto con alguno proveniente de los ciudadanos que sigan la consigna de aprobación de sus partidos de referencia. Pero la recomendación del voto nulo/negativo no creo que tenga su origen en las causas aludidas hasta ahora. La explicación verdadera es que si Esquerra se opone rotundamente al actual texto del Estatut tendrá que salir del Gobierno y eso es algo que no desean. Les ha costado mucho llegar a donde están, a ser un partido testimonial y una fuerza que ocupa importantes parcelas de poder y que aspira a ganar las elecciones algún día, para abandonar ahora las posiciones conquistadas.

El caso es que los catalanes votarán en un referéndum para decidir si quieren o no este nuevo Estatut para Cataluña. Algunos aspiran a una Constitución, algo que iría implícito con la ansiada independencia. Otros se conformarían con convertirse en un estado federado o confederado. Los hay que se contentan con lo que tienen. Pero estas opciones no se contemplan y sólo cabe elegir entre: si, no o votar en blanco. Muy pocos, poquísimos, conocen el texto íntegro del Estatut, no saben qué van a votar, pero se dejarán guiar por aquellos que les dicen que es lo mejor para Cataluña y se tragarán lo que les echen.

Por cierto, Europa Press acaba de publicar en su web que el Gobierno catalán enviará una carta firmada por el presidente de la Generalitat explicando la importancia del Estatut y un ejemplar del texto estatutario en catalán y en castellano a todos los hogares de Cataluña, insertará un resumen del Estatut en los periódicos el próximo domingo 14 de mayo, distribuirá cuadernos específicos sobre diferentes ámbitos del texto estatutario, repartirá folletos informativos en la red de transporte público y elaborará un tríptico informativo en catalán y en aranés para la Vall d’Aran.

El director general de Difusión Corporativa, Jordi Menéndez, ha manifestado que el coste de todas la campañas, incluyendo la distribución de los materiales, es de 4,5 millones euros. Concretamente, la primera campaña cuesta 1,6 millones de euros y la segunda, 1,1 millones de euros. El envío del Estatut, en catalán y castellano, como establece la legislación, es de 1,25 millones de euros.

Cuánto dinero malgastado. Cuánto papel que acabará en los contendores.

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