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Unamuno contra el catalán

Unamuno contra el catalán

“De Madrid hasta aquí, en un frío vagón de la Compañía MZA, consumimos, aburridos, los momentos durante los cuales unos cuantos provincianos de la villa y corte consumirían una uva simbólica en la Puerta del sol, ante el Ministerio del Desgobierno de este inestimable Estado…” Así describe Unamuno en las páginas de El Mercantil Valenciano su viaje en tren a Valencia la noche de fin de año de 1918. El entonces columnista de referencia de la histórica cabecera *Levante-EMV, llegó al Cap i Casal con parte de su familia para asistir a la boda de su primogénito, Fernando, con la joven María Rincón de Arellano, hija de un notario de la ciudad.

El catedrático aprovechó su estancia de cinco días en la costa mediterránea para impartir, la noche del sábado 4 de enero de 1919, una conferencia en el Ateneu Mercantil de València contra el independentismo catalán y la imposición en Cataluña de la enseñanza íntegramente en esta lengua. La multitud que llenaba el auditorio coronó sus palabras con una fuerte y memorable ovación que se prolongó durante varios minutos, según se relataba en el diario.

El mencionado discurso, en principio, iba a ser pronunciado en otro Ateneo, el de Madrid, pero la boda valenciana de la familia Unamuno propició un cambio de escenario. Pocas semanas antes, Manuel Azaña, que entonces era secretario de esta institución, le había invitado a esta tribuna de oradores. Una colección de cartas dirigidas a Azaña que ha adquirido el Ministerio de Cultura incluye una epístola del filósofo datada el 24 de diciembre de 1918. En este texto, el pensador comunica al futuro presidente de la República que no podrá intervenir en el Ateneo de Madrid “el día 3 o 5 de enero” porque en esas fechas se casaba en Valencia el mayor de sus nueve hijos.

Unamuno, que fue nombrado y destituido en tres ocasiones como rector de la Universidad de Salamanca, le explica a Azaña que su conferencia trataría “sobre la soberanía catalana en lo que respecta al uso de la lengua con consideraciones sobre el conflicto de dos culturas”. “Cataluña terminará, y muy pronto, por separarse de todo el Reino de España y constituirse en estado absolutamente independiente”, le advertía a Azaña. “Justo es, pues, que España pierda ahora a Cataluña. Y la perderá, no tengo ninguna duda de que la perderá… La federación solo es una hoja de parra”, añadía.

En su discurso impartido en el Ateneu de València, el filósofo defendió la enseñanza en castellano frente a las “lenguas regionales”. De la misma manera que Blasco Ibáñez y otros líderes progresistas, equiparaba democratización y castellanización. En una España donde el 52% de la población era analfabeta (según el censo de 1920), ser ciudadano suponía saber leer y escribir la lengua de Cervantes. Así, “en medio de grandes aplausos que iban interrumpiendo el discurso”, describe el diario, el orador recordó las palabras de “un sacerdote vasco que desde el púlpito de su iglesia decía: No enseñéis el castellano a vuestros hijos, porque esta lengua es el vehículo del liberalismo”. Desde la portada de El Mercantil, Unamuno se había convertido en un látigo de las miserias del régimen de la Restauración e incluso, en 1920, la Audiència de València le condenó a 16 años de prisión y a una multa de 1.000 pesetas por criticar desde su columna semanal a Alfonso XIII y a su madre, la reina María Cristina. Una pena de la que consiguió ser indultado después de que se provocara un escándalo nacional.

*Unamuno publicó en la primera página de El Mercantil Valenciano 308 artículos de opinión, desde 1917 hasta 1924, cuando el dictador Primo de Rivera le desterró a Canarias.

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