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Cierzo

Victoria de Hezbolá

Hezbolá, gracias a una capacidad militar muy superior a la prevista, ha estado resistiendo durante tres largas semanas a la guerra que desencadenó Israel. Un punto para el agresor. Cuando los civiles libaneses mueren desmenuzados por las bombas del ejército israelí, gana el Partido de Dios. Cuando sus cohetes (han lanzado más de 3.000 suministrados por Rusia) matan a inocentes en Israel, Hezbolá también gana, siembra inquietudes en las capitales occidentales y es aplaudido por masas de árabes, una ciudadanía tendiente a imputar sus frustraciones a Israel o a Estados Unidos en vez de pedir cuentas a los dictadores que les gobiernan.

La victoria psicológica de Hezbolá en Oriente Próximo supone un gran éxito para sus patrocinadores: Teherán gana terreno con vistas a negociar su programa nuclear y Siria vuelve a influir en Líbano después de que sus tropas tuvieran que abandonar el país en abril de 2005, después del asesinato de Rafiq Hariri. Todo a precio de saldo: los muertos son israelíes y libaneses. La causa de Hezbolá, que tiene el 18 por ciento de los escaños del Parlamento libanés y dos ministerios en su Gobierno, que sostiene una red de escuelas y hospitales y que desarrolla numerosos proyectos microeconómicos y de infraestructura destinados a reconstruir el Líbano después de esa primera ocupación, gana terreno con esta victoria moral.

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