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Cierzo

En el río revuelto, gana Irán

Cuatro años después de que Irán fuera proclamado por Bush como uno de los países que constituyen el “eje del mal”, junto con Iraq y Corea del Norte, el país disfruta de más influencia y poder del que podía imaginar. Con la invasión de Iraq, el precio del petróleo se ha multiplicado, por lo que dispone de más fondos. El poder de Iraq se ha desplazado hacia los chiíes y, entre estos, Irán tiene una gran presencia en todos los ámbitos al sur del país. En caso de degenerar la situación iraquí en una guerra civil, Irán pesará aún más. Ya se ha convertido en el país con mayor influencia en Iraq y también mueve los hilos en Afganistán.

 

Con su política de no intromisión en el conflicto entre Israel y Palestina, Bush ha contribuido a la victoria de Hamás en las elecciones palestinas y ahora con la política de aislamiento del movimiento terrorista, que Israel secunda, ha echado a Hamás en brazos de Irán. Por si esto fuera poco, Hezbolá se está transformando en el Líbano en el brazo armado del movimiento político chií, cuyos tentáculos llegan hasta Teherán.

 

Con la cuestión nuclear, el régimen iraquí se fortalece internamente al unir a dos rivales eternos: el ayatolá Jamenei y el presidente Ahmadineyad, cobrando fuerza el nacionalismo. Pese a las presiones ejercidas por Bush ante el Consejo de Seguridad de la ONU, no parece que el organismo vaya a imponer sanciones económicas a Irán, sobre todo mientras Bush le da trato de favor a la India, que es su aliado estratégico y que dispone de armas nucleares sin haber firmado el Tratado de No Proliferación.

 

Entre tanto, Irán juega sus cartas diplomáticas, sabe que desde Washington no pueden hacer nada contra el país porque Bush está atado de pies y manos para no soliviantar aún más a una parte de la sociedad musulmana mundial y para no terminar de enmerdar la situación en Iraq. Irán tiene la sartén por el mango, pero ¿lo sabe Bush?

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