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Cierzo

Roma

Sobre la fundación mítica de Roma existen dos versiones, una que la atribuye a Eneas y otra a Rómulo. A principios del siglo II a. de C. ya se perfilaba la versión combinada de ambas historias, según la cual Eneas llegó a Italia desde Troya y estableció las bases del poder romano, y Rómulo fundó su actual emplazamiento en el Lacio. La antigua Roma se extendía sobre las siete colinas cuyos nombres ya son inmortales: Palatina, Aventina, Capitolina, Quirinal, Viminal, Esquilita y Celia.

Ascanio, hijo de Eneas, viendo que la ciudad creada por su padre se había quedado pequeña, decidió durante su reinado fundar otra, que llamó Alba Longa. Eneas tuvo otro hijo con Lavinia al que llamó Silvio. Después de Ascanio reinaron trece reyes en la ciudad de Alba Longa, heredera del espíritu de Eneas, y el primero fue precisamente Silvio, hermanastro de Ascanio e hijo del héroe troyano. Pero estaba escrito que ésta no era la ciudad a la que los dioses habían concedido gloria inmortal.

El último rey de Alba Longa fue Numitor, que tenía una hija llamada Rea Silvia. Amulio, hermano de Numitor, tramó una conspiración para obtener el poder y encarceló al soberano. A su hija la destinó a ser una virgen de por vida, consagrándola a la diosa Vesta: de esta manera nunca tendría un descendiente que pudiera vengar a su abuelo. Sin embargo, Marte, dios de la guerra y gran divinidad de los romanos, sedujo a Rea Silvia y ésta concibió de él dos gemelos. El usurpador Amulio, intuyendo su ascendencia divina, resolvió poner a los niños en una canasta y arrojarla al río Tíber para que murieran ahogados. Pero la Providencia guió a los gemelos a la ribera, en un lugar en el que el río formaba varios meandros. Allí, las aguas depositaron suavemente la improvisada cuna. Los niños, cuyo destino prodigioso ya se podía atisbar, fueron alimentados por una loba que merodeaba por los alrededores, enviada por Marte para socorrer a sus vástagos, hasta que un pastor, Fáustulo, los encontró y los recogió. Fáustulo los crió junto con su esposa, y les puso por nombre Rómulo y Remo. Ellos habrían de forjar la leyenda de Roma junto con aquella loba que los crió. Cuando los gemelos llegaron a la edad adulta, cumpliendo su destino heroico, marcharon contra Alba Longa a la cabeza de un ejército, destronaron al usurpador Amulio y liberaron a su abuelo Numitor. Pero en vez de quedarse en Alba y heredar el trono, Rómulo y Remo, siguiendo los designios divinos, decidieron fundar con sus partidarios una ciudad allí donde fueron amamantados de niños por una loba y recogidos por su padre adoptivo Fáustulo. Llegaron al lugar en cuestión y se dispusieron a trazar los muros de la futura ciudad. Pero pronto comenzó una discusión entre los dos hermanos. Parece que Rómulo quería construir el muro sobre la colina Palatina y Remo prefería la Aventina. Otros cuentan que Rómulo trazó con el arado la línea de los muros de la ciudad y proclamó solemnemente que cualquiera que tratara de cruzarlos sin su permiso moriría en el intento. Entonces Remo, bien como desafío, bien como broma, o simplemente por despiste, cruzó la línea. En todo caso, el resultado de la disputa es bien conocido: Rómulo mató a Remo y quedó como único rey de Roma, a la que llamó así siguiendo su propio nombre. De esta forma nació Roma, fundada sobre un crimen entre hermanos: un pasado que marcó a los romanos y que tuvieron que expiar participando en muchas y muy cruentas guerras. Se da tradicionalmente como fecha de la fundación de Roma el día 21 de abril de 753 a. de C. Los romanos computaban el tiempo desde entonces en relación con esta fecha mítica, ab urbe condita (desde la fundación de la ciudad). Plutarco contó con detalle la vida de Rómulo y sus legendarias hazañas.

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