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Cierzo

Verdugos simpáticos

Seguramente Freud ya habría desarrollado alguna teoría al respecto, que bien podría derivarse de aquella soberbia recomendación que le hizo Maquiavelo a Lorenzo el Magnífico: uno de los mayores inconvenientes de que un príncipe debe precaverse es el de ser menospreciado y aborrecido.

Estados Unidos y sus secuaces cabalgan por el vasto mundo imponiendo su ley y su orden, y con esta actitud prepotente y arrogante se han ganado a pulso un buen número de enemigos, que los aborrecen. Esta “simpatía” hacia el verdugo, esta distorsión de la realidad, es una tendencia poderosa y peligrosa, porque vemos, sobre todo en Europa, a manifestantes con pancartas en las que se equipara a Bush con Hitler, fotos de Aznar, Bush y Blair con la palabra: asesinos, escrita debajo, escuchamos severas acusaciones contra gobiernos que en teoría luchan contra el terrorismo islamista, pero nadie osa salir a la calle gritando consignas o portando pancartas con el más leve rechazo hacia Bin Laden. "Los enemigos de mi enemigo, son mis amigos” se le viene a decir al saudita con cierta complicidad, y él debe sonreír desde su escondrijo viendo a toda esa panda de idiotas útiles que le hacen el trabajo sucio.

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