Blogia
Cierzo

La carne que comemos

La carne que comemos pasa únicamente una inspección visual de los animales antes de llegar a los mercados. Los veterinarios se vienen quejando desde hace mucho, pero ahora la precariedad en la que desarrollan su trabajo amenaza la salud de los consumidores y por eso vuelven a denunciar que falta personal; que su trabajo carezca de regulación de horarios y tengan que personarse en un matadero a cualquier hora que les digan, sin que se respete un tiempo lógico de descanso; que no dispongan de equipo de protección frente a los agentes biológicos; que su material para análisis sea un lápiz, una libreta y un cuchillo; que en caso de detectar un animal sospechoso de haber sido alimentado con clembuterol sea imposible comunicarse con los responsables de los servicios veterinarios comarcales si el hecho ocurre fuera del horario de oficina; que trabajan bajo amenazas de las industrias, a las que una sanción podría comportar graves perjuicios económicos; que la carne se reparta caliente, a menos de los 7º recomendados, porque no hay termómetros calibrados y homologados para efectuar comprobaciones...

Los mataderos conocen estas graves deficiencias y ponen en las carnicerías carne que no ha pasado las revisiones pertinentes. Mientras que los consumidores, confiados de que alguien vela por nuestra salud ofreciéndonos alimentos en óptimas condiciones, comemos sin saber que cada pedazo de carne que nos llevamos a la boca puede representar una amenaza para nuestra vida.

0 comentarios