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Cierzo

Monísima

Monísima. Con este adjetivo ha calificado nuestra Ministra de Chanchullos Exteriores, Ana de Palacio, a su colega, la Ministra de Asuntos Exteriores sueca Anna Lindh, recientemente asesinada. Lindh era una mujer que había militado en el movimiento feminista, abogada de prestigio, con una gran capacidad de trabajo y de liderar equipos. Esto es lo que habría que destacar, pero Ana de Palacio sólo reparó en que la ministra sueca era monísima. Un epíteto poco adecuado para un político, ya sea hombre o mujer. Un lenguaje sexista que jamás se aplicaría a un varón: George W. Bush, el monísimo presidente de los Estados Unidos... ¿Se imaginan? El comentario es un síntoma de la cultura discriminatoria imperante a través de la cual todas y todos estamos construidos. Vivimos en una sociedad donde ser guapo es un mérito.

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