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Cierzo

Terrible realidad

Trabajar como inmigrante ilegal debe ser muy duro en cualquier país. Con el miedo constante a ser repatriado, sin derechos y sólo con la obligación de satisfacer a un amo sin escrúpulos, la vida puede ser un tormento. En California se están dando casos terribles como los siguientes, que han sido denunciados por la Unión de Campesinos de EEUU. El 18 de mayo de este año, un campesino fue asesinado en una finca de Santa Cruz de un disparo en la espalda y otro en la cabeza por recoger fresas que no estaban lo bastante maduras según el criterio del capataz. El capataz de una plantación de lechuga, en la región central de California, perdió el control cuando un trabajador que acababa de ser despedido le preguntó cuándo le iban a pagar. "Me agarró de los cabellos y me arrastró por el suelo. Me pateó en las costillas y en la cabeza. Quedé al borde de un acantilado y me empujó hacia abajo, caí a una profundidad de unos 45 pies. Bajó con un palo y siguió pegándome. Ahí perdí el conocimiento", contó el hombre. En Wasco, el dueño de una plantación de sandías se puso furioso cuando los trabajadores se negaron a quitar maleza alegando que no tenían guantes adecuados para protegerse de las espinas. El dueño empuñó un revólver y empezó a disparar a los pies de los campesinos, luego les obligó a sentarse en el suelo y siguió disparando. Para terminar, golpeó a uno de ellos con un bastón. Parece que la vida de un inmigrante vale muy poco, es mano de obra barata y sirve en función de los beneficios que genera, poco importa que sea persona.

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